Señor:
Te
pido ahora que me dejes
bajar
de esta mi torre de marfil; de la altísima
torre
a donde, sola y callada,
Sin
volver la cabeza subí un día:
un
día de esos en que siente uno
yo
no sé qué nostalgia de alas...
Una
fina
tristeza
se me ahonda
despacio...
la tristeza de las cimas.
Quiero
bajar, Señor,
quiero
bajar en paz.
Inclina
más
mi frente –esta frente siempre alta...-
Suaviza
y
distingue mis manos que, de tanto
no
querer asir nada, están un poco rígidas...
Inclíname
la frente alta y devuélvele
a
tu tierra mi mirada perdida.
¡Ay!,
miré demasiado las estrellas...
No
hay que mirarlas tanto:
Con
tus manos heridas
sosténme
en la bajada un poco triste
y
dime qué palabra se le dice a la hormiga,
a
la yerba del campo, al que está triste,
al
que tiene las manos manchadas...
La
sencilla palabra, Dios mío...
Ayúdame
a disimular esta repulsión instintiva
hacia
las cosas feas y concédeme
la
comprensión.
Yo
quiero comprender...
¡Qué
exquisita
gracia
la de saber que todo está
bien!
... La de entender la armonía
de
lo inarmonioso.
Yo
quiero
comprender
y amar
-¡quisiera
besar la herida
de
un leproso y que él no supiera nunca
cuánto
el beso me costaría!...-
Dame
la buena voluntad;
dame
más suavidad para la vida...
yo
no quiero que sepan que estoy triste,
yo
quiero comprender y amar; yo quiero
que
la palabra dura que alguien diga
no
vaya a oscurecerme
la
mirada limpia.
Dame,
Señor, un buen olvido
para
las pequeñas
injusticias
de cada día;
dame
que la mentira y la torpeza
no
puedan ya quitarme la sonrisa.
Dame
valiente el corazón, segura
la
mano, el pie incansable y el amor...
¡Bien
vendría
ahora
un poco de serenidad
y
otro poco de fe...! Me quedo tan sombría,
tan
callada a veces...
Amanece
en la vaga lejanía:
Bajaré
de la torre de marfil,
y
dejaré mi luna lila
y
mi soledad y mi ensueño...
El
polvo vuelve al polvo:
Me
perderé un buen día
por
los caminos de la tierra, y si un minuto
el
desaliento me domina,
nadie
vea mi desaliento
y
todos vean mi sonrisa.
Y
mi sonrisa sea fuente,
y
flor, y ala, y venda... ¡Y sonrisa!...
¡Por
los caminos de la tierra;
por
los caminos de la tierra,
como
san Francisco quería!
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